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A Leer con Pancho  
Ficha

Formato 14 x 20 cm, 64 páginas. En colores, totalmente ilustrado. Con cuadernillo de aula taller para el docente.

Libro de lectura para 1º y 2º ciclo de EGB, cuentos y frases con alto contenido en valores. Edición de Editorial EDIBA 2005

El muro
Del libro “A leer con Pancho”

Ella era palestina, él israelita y a pesar de vivir muy cerca uno del otro, no se conocían.
Hasta que una mañana, una bomba explotó en un supermercado y allí estaban los dos, comprando, quizás observándose con rabia, por aquello del odio que arrastra la historia.
Ambos se acercaron al cuerpito malherido de un niño pequeño, sus manos se encontraron tratando de ayudarlo, en ese momento se miraron en silencio, con los ojos velados por la tristeza y la impotencia.
Llegaron los bomberos y las fuerzas de seguridad; todo era un caos, acusaciones, gritos, dolor y rabia se mezclaban con el humo y el calor del fuego y hacían insoportable la permanencia en el lugar.
Sin embargo, una palestina y un israelita trataban de salvar a un niño, sin importar que fuera de una u otra nacionalidad, era una vida y ellos fueron capaces de entenderlo. Cuando llegaron los médicos ella volvió a mirarlo y a través de sus lágrimas pudo ver el llanto de él, tomó su mano, buscando consuelo y sólo dijo: ¿por qué?
Desde aquel día comenzaron a verse y se hicieron amigos, de esa amistad nació la idea de que sólo con amor y paz se resolverían los conflictos y las familias debieron escuchar y aceptar los argumentos de los jóvenes que decían que había que terminar con la violencia y con los enfrentamientos inútiles.
Así pasaron de la amistad al amor y decidieron casarse en pocos meses.
Mientras tanto la vida se hacía cada vez más difícil, el odio ciego sembraba de muertos las calles, a cada golpe de terror la respuesta era más agresiva.
Ante esta situación las dos familias pensaron que la mejor forma de oponerse a la violencia que mataba a tantos hermanos, era mostrar como ejemplo la unión que habían alcanzado a pesar de sus diferentes ideas, religiones y culturas.
La joven pareja recorría a diario los trescientos metros que separaban las casas de las dos familias, felices con los preparativos de la boda.
Hasta que de un día para otro vieron crecer un muro imponente que obstruía el camino entre ambas casas. Se decía que el muro daría mayor seguridad y control, que separar a palestinos e israelíes era la solución.
Pero los jóvenes novios no tenían dudas de que ese muro sólo serviría  para destruir el diálogo y la paz.
Desde entonces sueñan con el día en que el muro se derrumbe, piedra tras piedra, y luchan para alcanzar ese sueño, soñando también en que el hombre comprenda que si das odio, recibirás odio, pero si ofrecés paz y amor, recibirás lo mismo: Paz y Amor.

La calesita
Del libro “A leer con Pancho”

-Abuelo, ¿nos llevás mañana a la calesita?, preguntaron Marina y Carlitos.
-¡Cuánto tiempo hace que no veo una calesita! ¿Qué les parece si vamos mañana, después de desayunar? Seguro que a mí también me va a gustar, contestó el abuelo.
-¡Sí!, dijeron lo chicos aplaudiendo.
-Bueno y ahora vamos a dormir, que mañana nos espera un día agitado, dijo el abuelo.
Tras despedirse con un beso, todos se fueron a la cama.
-Señor, ¿quiere subir a dar una vuelta?, invitó el calesitero.
-¿Quién, yo?, preguntó el abuelo.
-Si usted.
-No, no... ya estoy viejo para estos juegos.
-Pero no diga eso. Venga, suba, anímese.
Entonces el abuelo dio un pequeño salto, subió a la calesita y caminó despacio, acariciando los caballitos, el barquito, los cochecitos, la jirafa, hasta que vio la sortija que con su sonido tan especial lo invitaba a atraparla.
Aferrado al pasamanos el abuelo se estiraba todo lo que podía tratando de tomarla, pasó una y otra vez frente a la ruidosa sortija hasta que por fin lo logró. Dando gritos de alegría, repetía sin parar ¡Me gané otra vuelta gratis!
Los chicos aplaudían y él sonreía moviendo la cabeza, mientras pensaba “Vieron que todavía soy bueno para la calesita y que aún puedo atrapara la sortija”. Fueron muchas las vueltas que dio, hasta quedar rendido.
Lo despertaron unas suaves caricias en su cabeza pelada, eran sus nietos, que muy contentos le recordaban que tenían que ir a la calesita. Abrió lo ojos, sorprendido y entonces se dio cuenta de que había tenido un sueño maravilloso.
Ya en la plaza, los chicos gritaban y reían al mismo tiempo. Y como la música de la calesita sonaba muy fuerte nadie escuchó cuando el abuelo dijo:
-Si me invitan a subir, van a ver qué bueno soy para la sortija.
Pero estaba seguro de que no lo escucharían, entonces cerró sus ojos y volvió a soñar y en sus labios se dibujó una sonrisa.

 

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