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Vivencias  


La cartita blanca.
Publicado en: "Vivencias” Edición 1995
“La vida en pocas palabras” 2da. Edición 1998

La encontré en el piso, al llegar aquella tarde a mi casa, al lado de la puerta.
Rápidamente la levanté, era sólo una hoja blanca, si nada escrito a la vista, prolijamente doblada. Con ansiedad fui desplegándolo hasta verla totalmente abierta, pero grande fue mi sorpresa al comprobar que tampoco allí había nada escrito. Sólo un segundo me bastó para saber que eras tú la mensajera.
Me quedé mirando la hoja, mientras pensaba en ti y misteriosamente comenzaron a dibujarse pequeños corazones en forma de letras que me decían cuánto me amabas y extrañabas.
La magia del amor estaba en esa cartita blanca que yo tenía en mis manos.
Suavemente la fui doblando por las marcas, hasta dejarla como la encontré.
La guardo sobre unos libros y hasta ellos voy cuando no estás a mi lado.
La vuelvo a tomar, comienzo a leer, muy emocionado por tantas bellas palabras escritas solamente para mis ojos, y quiero que vuelvas pronto, que tengas tu también una cartita blanca, para que sepas cuanto te amo... y nunca te lo digo.

Milagro de Navidad.
Publicado en:
“Vivencias” Edición 1995

Poca luz... una mesa casi vacía. Los brazos apoyados en la misma mesa, sosteniendo el mentón, la mirada perdida.
Los pensamientos... los pensamientos vuelan y llegan hasta la imagen de una familia, todos alegres, los niños jugando, papá armando el arbolito y mamá en la cocina.
La cena de Nochebuena tiene que ser la mejor porque vienen los amigos, los hermanos, la familia, todos juntos para recibir la Navidad.
El pensamiento vuela...vuela, avanza.
Los niños crecen y en las fiestas están sus amigos, siguen jugando, papá con el arbolito, ¿y mamá?...Mamá en la cocina.
Y sigue el pensamiento y pasan las Navidades y la mesa se agranda.
Las nuera, los yernos, los nietos y todos juegan, papá armando el arbolito y mamá en la cocina.
Y una Nochebuena no está papá, mamá corre de la cocina al arbolito, todos juegan, se divierten.
Los años pasan y pesan.
Mamá está viejita. En otros lugares los padres arman los arbolitos, los niños juegan, las mamás cocinan y sobre una mesa vacía está una madre esperando ir el ruido de una puerta que se abre, ver a sus hijos entrar, que la besen y la abracen.
No importa la mesa vacía.
Y esa madre espera.
Nochebuena. Navidad.
Entiende que es difícil vivir, que todo es complicado en este mundo moderno.
Pero ella sueña que una vez al año tendrá a sus hijos, a sus nietos, a todos como antes. Sabe que es una fiesta de amor, de Cristo, y llora de emoción pensando en el encuentro.
Y el momento llega...la puerta se abre y toda la familia está allí y la mesa se llena. Y un hijo arma el arbolito, una hija está en la cocina y la abuela juega con los nietos.
Es Nochebuena, es Navidad, muchos corazones alegres, y uno que es muy, muy feliz.
Es el milagro de Cristo, de Navidad.
Es el amor y el ejemplo que les damos a nuestros hijos.
Porque puede llegar el día en que estemos esperando, tal vez solos, ante una mesa vacía... el milagro de Navidad.

Hay una diferencia entre quien te ofrece un vaso de vino, teniendo un barril repleto y quien comparte contigo su único vaso de agua. El primero te dio algo, el segundo, todo.

El día de mi muerte lamentaré no estar allí. Todos mis amigos dejarán sus compromisos más importantes y estarán como siempre soñé, a mi lado.

Si crees ser el dueño de tu vida, te equivocas, ella tiene muchos dueños, son todos los que te quieren. Por la tanto cuídala y sé feliz.

 


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